martes, 12 de julio de 2011

Eufemismos y la Discapacidad

La manera en que las sociedades han concebido a las personas con discapacidad, ciertamente ha evolucionado desde la época de las supersticiones hasta el presente; esta evolución se ha traducido de igual modo, en los términos con que los colectivos sociales se refieren a esta población. Aunque no es el caso en este artículo el hacer un recuento histórico de los términos más utilizados para referirse a estas personas, está claro que tales términos reflejan la concepción predominante en un momento histórico y en un contexto social determinado. En tal sentido, las sociedades pasaron de la visión mitológica de la discapacidad, en la sociedad primitiva a los períodos de la discapacidad como estigma, de la ESTIGMATIZACIÓN A LOS TIEMPOS DE LA LÁSTIMA, DE LA LÁSTIMA A LA ÉPOCA DE LA SEGREGACIÓN O DIFERENCIACIÓN Y DE ALLÍ hasta nuestros días cuando se transita del enfoque médico-rehabilitatorio al enfoque de derechos humanos.

Pese a los avances que en el campo de la comprensión del fenómeno de la discapacidad se ha observado durante las últimas décadas, y el esfuerzo de organismos como la ONU, que intentan promover un lenguaje cónsono con el respeto y dignidad de la población con discapacidad, donde de forma atinada, se emplean conceptos que colocan la condición del ser humano por encima de cualquier otro elemento diferenciador, y con ello el rescate de la dignificación de estas personas; observamos con asombro la forma en que algunos sectores prefieren utilizar términos que parecen expresar algunos resabios de épocas del pasado, acudiendo una vez más a los mitos, la lástima y la diferenciación para referirse a las personas que presentan discapacidad. Si analizamos con detenimiento, ocultan en su buena intensión una especie de negación o no aceptación de la condición de discapacidad. Tal es el caso de términos como: personas con capacidades diferentes, niños o personas especiales, niños o personas con retos cognitivos.



En mi condición de persona con discapacidad, respecto al concepto de capacidades diferentes, pregunto: ¿cuáles son esas capacidades distintas a las demás personas que nosotros tenemos? Naturalmente que ninguna; una capacidad diferente, alude a habilidades o destrezas con características muy particulares o que son exclusivas a tal o cual individuo; situación que no es el caso de las personas con discapacidad, pues no contamos con tales capacidades, muy por lo contrario, existen actividades que dada nuestra condición no podemos realizar por alto que sea el desarrollo de nuestras facultades. ¿El atribuir capacidades a personas que no las poseen, no supone acaso una especie de mitologización de la discapacidad?

¿Quién dijo que somos especiales o que deseamos ser especiales? La equiparación que muchas veces requerimos para estudiar, trabajar o movilizarnos, alude a medidas objetivas de ajuste a las que tenemos derecho, pero eso no nos da el carácter de especial. La dificultad con este término es que nos otorga la condición de diferentes, como personas en sí, por presentar una discapacidad, lo que implica una forma de discriminación latente, cuando a lo que aspiramos es precisamente ser un ciudadano más del común; no deseamos ser ni más ni menos que el resto de las personas y ser tratados en consecuencia, esto es, con todas las obligaciones, deberes y derechos que corresponde a todo ciudadano. ¿Acaso no subyace en este término una forma de diferenciación?

El término personas con retos cognitivos, aplicado a las que presentan discapacidad intelectual, parte de una premisa equivocada, el considerar que estas personas son las únicas que tienen desafíos para conocer; ¿Acaso este desafío no es inherente a todos los seres humanos? ¿Hay alguna persona que no presente el desafío por el conocimiento? Con este término parece ocultarse en el fondo una profunda negación de la condición que presentan las personas con discapacidad intelectual; seguros estamos que, como nosotros, a lo que aspiran nuestros queridos compañeros, es que sus familias amigos y comunidad en general, les acepten tal como son, sin añadirles capacidades imaginarias, para ocultar una forma de negación de la discapacidad.

¿A qué se debe la emergencia de estos nuevos términos en el mundo de la discapacidad?

A nuestro juicio tales expresiones no hacen otra cosa que emplear eufemismos, eufemismos con los cuales se intenta maquillar o matizar una condición que nos resulta dolorosa, humillante o avergonzante, lo cual es muy comprensible y respetable, que debe recibir el respeto unánime de todos, aún más cuando tales sentimientos son el producto de una subvaloración social. No obstante, el emplear términos subjetivos para designar una condición objetiva cae en el mismo error de las sociedades que por su visión deformada de la discapacidad, acostumbraban a utilizar términos que minimizaban y distorsionaban la verdadera condición de las personas que presentaban características distintas a las del común.

Un sentimiento que nos aflora cuando se nos otorgan capacidades con las que no contamos es que en eso se esconde una forma de no aceptarnos tal como somos, con todas nuestras carencias defectos potencialidades y posibilidades; lo cual implica un retroceso en el camino andado. Aconsejamos por tanto, que para referirse a nosotros se utilice el término de personas con discapacidad, el cual a la vez que es objetivo en su definición, reconoce nuestra dignidad como seres humanos al colocar la condición de persona como elemento principal en el concepto señalado y con ello, todo lo que implica tanto para la sociedad como para nosotros las personas que presentamos esta condición.



Autor del artículo: Fausto Pérez.

Profesor.

Enviado por: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.

Comunicadora Social.

elodia_0262@yahoo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario