lunes, 4 de julio de 2011

La persona ciega como agente de salud mental

MUROS DE REHABILITACIÓN E INHABILITACIÓN:

(La persona ciega como agente de Salud Mental).

Café de por medio le pregunto a una colega ciega. como le fue con su postulación en un instituto de rehabilitación. Me contesta: “La persona a cargo dijo que no era una institución para mí, porque tenían muchas columnas……..”

La inserción institucional, laboral y de investigación de todo o toda novel profesional, atraviesa un sinfín de dificultades que problematizarán su desarrollo profesional y personal.

Toda persona ciega o amblíope (1), agente de Salud Mental, encontrará muchas más dificultades en sus intentos de construir su mismidad, ya que el entorno ayudará a exacerbar sus problemáticas personales.

Se presentarán contrariedades, contradicciones y diferentes situaciones que la persona deberá sortear sin que éstas se anulen.

Se actualizarán como una serie complementaria de subjetividades, en un aprendizaje que no resiste el tiempo, sino que se presenta con un tiempo difícil de resolver.

La persona profesional ciega, de por sí, debe modificar, extender, ampliar, lo conocido hasta ahora, reconocer, vivenciar nuevos códigos, abstraer y sintetizar los símbolos de las personas videntes.

Isomorfismo entre la ceguera concreta y puntos ciegos de la sociedad.

Personas en proceso de rehabilitación, aparece una tríada de fundamental importancia:

El entrenamiento con nuevos códigos para una cotidianeidad que conlleva un estilo personal.

Acceso a la información a través de elementos como la lectoescritura o la escritura Braille.

Intencionalidad de integración de estos dos anteriores aspectos en una superación dialéctica que implica la integración con el entorno y la sociedad.

Queda claro que la impronta en el desarrollo de tal proceso variará según las característica de personalidad del rehabilitado o rehabilitada.

Él/la Psicóloga Clínica novel, presenta como necesidad primigenia, para elaboración del duelo del rol de estudiante, realizar la propedéutica en situación profesional, el reconocimiento a través de una práctica institucional, ampliando de esta manera la certificación que ofrece la universidad a través del diploma.

Si bien existen otras alternativas, la detallada anteriormente es uno de los caminos habitualmente transitados.

En algunas circunstancias se instala, la inserción profesional, en una paradoja aporética. Es decir, luego de pasar por innumerables entrevistas, es factible que acepte una situación irregular con tal de ser incluido o incluida dentro de una Institución, que cuenta con mayores servicios que otras, dados por una trayectoria, fama o renombre del plantel profesional.

La paradoja se instala desde el momento en que la/el profesional, de ser aceptado, lo hace bajo circunstancias en que no es nombrado, esto implica que ni siquiera aparece en lista de rentas y lo que es peor aún, su nombre no aparece en ningún documento donde se le reconozca como perteneciente a un equipo o Institución determinada.

En síntesis, el lugar del no-reconocimiento por excelencia. Esto conlleva una relación perversa donde el/la profesional de salud demuestra su total aceptación en la explicitación de todas las obligaciones inherentes a la cuestión, pero también acepta declinar o renunciar a los mínimos derechos que su ser persona necesita.

Todas estas situaciones se dan en la actualidad como parámetros de normalidad, donde se funden con alternativas de poder: competición de rol, establecimiento en servicios preferenciales, derivaciones, equipos determinados, supervisiones impuestas.

Es interesante destacar la situación en que se inserta un/a profesional ciega o disminuido visual. No solamente transitará todas las vicisitudes anteriormente descriptas sino que se le sumarán la problemática personal del/la solicitante y la tiflofobia (2) del/la profesional entrevistador/a, del entorno y de lo social.

A menudo la persona discapacitada primero transita por una disminución visual para luego instalarse la ceguera, lo que implicaría la multiplicidad de la temática de referencia.

En una situación de disminución visual, aparecerán paralelamente, la disminución de las funciones y una disminución social, es decir, disminución de las posibilidades de aceptación entre sus pares, entre los pacientes, en la aceptación institucional; en síntesis, disminución de la resignificación del lugar de persona y por extensión, mengua en la posibilidad profesional. Se rehúye la mirada, el compromiso. El discurso es indirecto, el temor a lo desconocido es claro y distinto, fácil el rechazo en detrimento de la persona disminuida visual y a favor la elección de una persona vidente: -"Que no le traiga tantos problemas".

El discurso no versa ni miente sobre las características profesionales, sino sobre las problemáticas del campo visual y su incidencia en el diario convivir, como si para interpretar o realizar un trabajo en Salud Mental, la condición sine qua non fuese, no el lugar de la mirada, sino la capacidad de ver.

Deberíamos detenernos aquí en el motivo del título a través de una pregunta que debemos responder:

¿qué sucede en la inserción social de una persona ciega, profesional y mujer?

No es casual, que la mayoría de las noveles profesionales en las Instituciones de Salud sean mujeres. Una sociedad patriarcal puede cercenar los derechos de la mujer, en tanto suponga la posibilidad de que exista un varón que la sustente, es por ello que las mujeres en un juego dialéctico, van ocupando lugares que no son reconocidos económicamente, sin darse cuenta que es un percudir de sus derechos como persona toda. En este tránsito devenir, la persona ciega o disminuida visual, profesional y mujer, deberá contradictoriamente, para insertarse socialmente, cursar por un camino perverso y no reconocido, donde la inclusión será a costa de su identidad como persona toda.

¿Qué sucederá en esta temática si la mujer decide independizarse, ser madre o dedicarse a la investigación?

Por un lado se le imputa a la persona ciega, características que no posee:

Dificultades en el desarrollo de su pensamiento, su deambular, en el trato de lo cotidiano, como si su discapacidad se extendiese más allá de sus ojos. Ceguera por extensión, al cuerpo y a la intelectualidad.

Por otro lado se le dona el lugar de la maravilla, de lo inaudito, como que cualquier acción para la cual está preparado o dotado, fuesen más la expresión de un milagro de la naturaleza que una normalidad rehabilitada, o una capacidad expresada.

Hemos podido observar en los programas de rehabilitación que la objetividad está en función de la eficiencia más que de la excelencia. La exigencia de cumplimiento en ciertas pautas, van en detrimento de la creación de un estilo diferente que personalice o potencialice la individualidad. Los elementos técnicos, los tiempos que la norma indica están perfectamente valuados para un término medio de producción o aprendizaje de la persona.

Existen, no podemos dejar de reconocer, las excepciones a estas características, como ser en aquellas actividades donde se enfatiza más el encuentro, tomando como excusa rehabilitadora una actividad determinada, como ser: teatro o cerámica. Parece ser que por momentos el compromiso es más con un nervio óptico, que con la persona toda.

Las instituciones De y Para ciegos son por excelencia, una donación de sentido, en función de donar a la persona disminuida a la cultura.

Esta donación de sentido se ve menoscabada por las dificultades en determinadas estructuras de personalidad que todavía no están instaladas en un lugar cultural.

Se instala en el sujeto demandante, de esta manera, el lugar de sumisión. Es decir, que aparecería el agente rehabilitador, como el lugar de sujeto supuesto saber con su misión clara y distinta, donde el sujeto demandante, sólo estará expuesto a la práctica y aprendizaje de su saber, un saber que debe cumplir a pie juntilla por su-misión.

Porqué De y Para (3): El Para es un poner afuera para donar aquello a quien no lo tiene.

El De institucionaliza una práctica endogámica como compensación iatrogénica.

Las instituciones Para enfatizan la producción en el afuera sin tener en cuenta el deseo de ese afuera.

En tanto la otra cara de la moneda, las instituciones De enfatizan el adentro sin tener en cuenta el deseo de ese adentro.

Dispersión de esfuerzos. No producción desde el consenso. Lucha intestina institucionalizada que no es más que la expresión de una situación no donada a la cultura.

Enfatizando así una nueva situación desde el imaginario fantasmagórico:

La cultura ciega. Factores de poder que no tienen en cuenta las bases pragmáticas que permiten un franco discernir, una práctica psicológicamente adaptada a una estructura de legalidad transgresiva. La actual estructura de legalidad estricta, epistemológicamente hablando, no permite sino el propio agotamiento o el discurrir de una aporía. Todo forma parte de una misma existencia plagada de verdades absolutas, de oídos que no ven y ojos que no quieren escuchar.

La solución es obvia, la integración aboliendo los De y Para, conformando instituciones que integren todas las capacidades y todas las discapacidades.
Un/a Psicólogo Clínico ciego, generalmente desempeña su actividad laboral en consultorio.

No es habitual observar al profesional en Salud Mental ciego trabajando en instituciones públicas como privadas.

Podemos suponer, que se acepta este aislamiento personal y profesional en relación intra e interdialéctica sustentado por el condicionamiento del entorno y la sociedad.

Como síntesis, podemos indicar, que el aislamiento es producto de una conducta defensiva contra elementos sociales que discriminan y prejuician la inserción laboral de toda persona discapacitada.

Además, la Tiflofobia instalada en la sociedad, se expresa a través del no otorgamiento de la posibilidad, negando la construcción de un ámbito laboral.

Es necesario, para el ecumene, que el/la profesional ciega pueda expresarse socialmente a través de las aptitudes y actitudes para las cuales se ha preparado.

No debe entenderse esto como un otorgamiento, sino un derecho propio.

La integración, no solamente es un beneficio para la persona discapacitada, sino para la comunidad toda.

Incluir a todas aquellas personas que por una u otra causa han sido marginadas, implicaría una nueva categorización de valores y permitiría una sociedad más justa y creativa.

La cultura mediocre en particular, hace del/la discapacitado mental un/a exacerbado afectivo, inhabilitado para cualquier tipo de actividad productiva.

Al/la discapacitado visual, la cultura lo vive como persona escotomizada, ciega para las vivencias, incapacitado para cumplir un rol activo como ciudadano participante.

Conclusiones:

Los mitos y las creencias son responsables de la percepción aumentada o disminuida que tiene la sociedad respecto a la persona discapacitada y su familia.

La cultura frente a la deficiencia se ve atacada en su ilusión de omnipotencia, renovando sus esfuerzos técnicos y perfeccionando sus competencias ante la supuesta desafiada eficiencia.

La rehabilitación resulta tan desconcertante como la deficiencia, pone en peligro el equilibrio familiar logrado hasta el momento y desafía las creencias sociales, cuyas expectativas sin embargo expresa.

La renegación a través de la no aceptación de Agentes de Salud Especializados en las Instituciones rehabilitadoras, provoca que el enorme y estoico trabajo rehabilitador se convierta solamente en una ayuda técnica, no se contempla generalmente, en los procesos rehabilitadores la inclusión familiar, fuente fundamental de todo éxito, en cualquier tipo de terapia o técnicas rehabilitadoras.

Argentina es uno de los países mas afortunados en cuanto a la infraestructura material y humana para la rehabilitación de la persona ciega o disminuida visual.

Es necesario imprimir a tanta cantidad un proceso de calidad, una visión globalizadora donde los profesionales tengan su espacio, influirá en la inserción de la persona disminuida en todos los aspectos del diario convivir.

La permanente difusión e información, provocará un mayor acercamiento de todas aquellas áreas de la comunidad que todavía se sienten ajenas a la problemática.

El hecho de poder discutir, profundizar y discernir estos temas, indica desde ya, una apertura y un compromiso de nuevas perspectivas.

1:Amblíope: persona discapacitada visual con restos de visión.

2:Tiflofobia, Homofobia a personas ciegas: Fobias proyectadas sobre determinados grupos sociales.

3:Instituciones De Ciegos, Biblioteca Para Ciegos..etc.etc..

Autor del artículo: Lic. Jorge Horacio Raices Montero

Fuente: http://www.topia.com.ar/revista/muros-nosotros-y-otros

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